Querida niña dominicana

El día de hoy me hubiese gustado compartir contigo alguna otra cosa, pero, por el reciente hecho ocurrido en Higüey, provincia de República Dominicana, toca referirme a algo más.

Así que, escribí una carta en el presente, para ver si puedo contribuir con el futuro de una niña, que casi seguramente, fue violentada en el pasado, hecho, que ya lamentablemente, no se puede cambiar.

Pero igual le escribo esta carta para que no se rinda a pesar de la adversidad, porque en algún momento, va convertirse en una mujer y mi deseo es que sea en las más óptimas condiciones a pesar de sus circunstancias.

Querida niña dominicana, quiero pedirte perdón, porque sé que como país te hemos fallado mucho o muchísimo, solo tu sabes cuanto hemos fallado: en proteger tu inocencia, en proveerte los medios para crecer, hemos fallado en hacer provisión para que tengas educación, techo, salud y alimentos, para que puedas convertirte en la mujer, que a pesar de nuestra negligencia, todos esperamos que llegues a ser.

Me gustaría decirte que todo va a cambiar para bien, pero no quiero especular sobre algo que no sé si va a pasar.

Sin embargo, quiero decirte que eres hermosa, pedirte que no te dejes llevar de las situaciones que amenazan con impedir que florezcas como sé que puedes hacerlo. Quiero pedirte que luches, que ames, que sueñes, y que sueñes en grande. No permitas que nadie apague tu luz.

También, quiero pedirte que tengas metas y que trabajes para alcanzarlas, que tu mayor logro no sea solo que un hombre te compre carteras de marcas y te lleve a restaurantes caros, aunque si eso es lo que quieres, no está mal, pero que eso no sea lo único ni lo de mayor importancia, y que el precio a pagar, tampoco sea a costa de tu vida o tu dignidad.

Quiero que mientras creces, dejes un rastro de flores, a pesar de las espinas, que si puedes ayudar a las demás, ayudes; si puedes servir, sirve; si puedes brillar, brilla, y quisiera que hagas todo eso y más, sin pisotear a nadie, aunque a ti te hayan pisoteado.

Querida niña dominicana, finalmente quiero decirte que no tienes la culpa de tanta violencia en tu contra, que la manera en la que te vistes no es, ni debería ser una excusa o una provocación para aquellos que te quieren hacer daño.

Si bien es cierto que hay horas de la noche en las que NO deberías estar en la calle, lugares que no deberías visitar, personas en las que no deberías confiar, eso no es una excusa para agredirte y, si alguien se atreve a hacerlo, eso tampoco es tu culpa, aunque por tu condición de niña, alguien sea capaz de justificarlo.

Que te enamore un hombre con poder, o mucho mayor que tú, no es una excusa para el maltrato, y mucho menos un privilegio.

Tú, mi querida niña, no tienes la culpa de nada, ni siquiera cuando te vistes sugerente para tus redes sociales, no tienes la culpa de la bestialidad de algunos que llevan puesto trajes de humanos.

Vuelvo a decirte perdón, por pedirte tanto, desde mi privilegio, porque yo ya soy una mujer y, estoy segura que jamás tuve que enfrentar las cosas a las que tú estás expuesta hoy. Pero sé, que si hoy soy una mujer bien puesta, no fue un acto de la casualidad.

Soy el resultado de que quienes debían protegerme, en su momento, lo hicieron responsablemente y, sé que como niña, tú también deberías ser protegida, cuidada y amada de la manera correcta.

Así que, a ti, querida niña dominicana dedico esta carta: Estudia, socializa con tus amigos, sal a jugar, enamórate, prepárate para lo mejor, aún, si lo que te ocurre es lo peor.

Y lo más importante, no dejes de ser una niña mientras te corresponda, porque de eso depende el futuro de la mujer en la que sin dudas te vas a convertir.

Lo ocurrido con Esmeralda Richiez y Emely Peguero, son solo dos de los casos a los que se les ha dado visibilidad por el momento, es casi seguro, que la situación es peor, y me gustaría que no se repita, no solo por las niñas dominicanas, también, por las niñas del mundo.

Recuerda:‘Una niña con sueños se convierte en una mujer con visión.’

Lo leí por ahí.