cantante, bailarina, escritora, cocinera, periodista, conductora de tranvías y hasta prostituta...
Cuando una persona puede contar que, a lo largo de su vida, ha sido poeta, actriz, cantante, bailarina, escritora, cocinera, periodista, conductora de tranvías y hasta prostituta… solo queda concluir que ha tenido una vida completa. Si a eso añadimos que escribió siete autobiografías, tuvo una nominación al premio Pulitzer, tres a los Grammy y más de medio centenar de títulos honoríficos, nos podemos hacer una idea de quién fue y qué representó Maya Angelou, más conocida como la doctora Angelou aunque nunca tuvo un título universitario, por su influencia en la cultura afroamericana en las últimas décadas. https://elpais.com/cultura/2018/04/04/actualidad/1522818455_771877.html
Una persona con una descripción como la anteriormente expuesta, y no cualquier persona: una mujer, afroamericana, con una infancia traumática y marcada por el abuso. ¿Cómo podría alguien, con tantos elementos en contra, llegar tan lejos, y vivir como lo hizo esta mujer?
Para mi, no hay una respuesta más obvia que la resiliencia y la disciplina, sin esos dos elementos, básicamente, no se puede llegar a ningún lado.
Vivimos en la era microondas donde todo lo que queremos es para ayer, o de manera instantánea, pocos se dedican a construir, el método actual para vivir es comprar paquetes pre- hechos, y ya está.
Si algo pudiéramos aprender de la doctora Agelou es, que las circunstancias del momento no pudieron determinar toda tu vida.
El elemento que más captó mi atención en su biografía fue, el hecho de, que en algún momento de su vida, fue una prostituta, pero no se quedó ahí. Pudo haber tomado la excusa, el estigma, o el complejo que prefiriera, tenía todas las razones para comprar la mala vida a la que aparentemente estaba destinada: por el color de su piel, por ser una mujer en aquel contexto social, por ser madre soltera, por venir de una familia disfuncional, por haber sido abusada en la infancia.
Sin embargo, eligió construir la vida que deseaba. Probablemente pagó un alto precio por ello, pero nada puede ser más valioso, que la certeza de haber vivido increíblemente.
La Chica Del Sombrero
