Empiezo el Lunes

Confieso que al momento de escribir esta entrada, me sentí tentada a empezar con la frase: querido diario…

Precisamente, porque hoy escribo sobre algo muy personal, pensé que esas eran las palabras perfectas para empezar este escrito, pero no, porque esto no es un diario ni cosa que se le parezca.

Me parece que anteriormente escribí sobre esto. Les cuento, que uno de los Domingos pasados, noté que había estado perdiendo bastante tiempo en cualquier cosa, al final de ese día, miré mi agenda, que es en realidad una lista de cosas por hacer, y no hice absolutamente nada productivo, según yo.

Así que, me invadió un sentimiento de: ¡Feliz año nuevo! No tan feliz claro está. Para quien se pregunte de qué se trata eso, ahora me explico:

Se trata de un sentimiento de nuevos comienzos, nuevas oportunidades y tal vez algo de culpa por las cosas que no hicimos el año anterior. Lo que sigue a esas emociones es: un fantástico final reconciliándome conmigo misma, planteando otra vez metas y propósitos que no me interesan o sencillamente no voy a cumplir.

En fin, parece una locura, pero hice exactamente eso, el Lunes empiezo. así que, me fui a la cama y dormí en paz.

Llegó el Lunes, y fue un Domingo cualquiera, pero con más tránsito. Casi al final de la tarde, recordé la noche anterior… Si sigo así, no voy a llegar a ninguna parte, por qué voy a esperar el Lunes para empezar si el tiempo lo tengo ahora, De inmediato traté de recuperar el tiempo perdido, poniéndome al día, ¿y saben qué? no lo logré.

Entonces, hice lo que pude y continué al día siguiente.

El día de hoy, retomé la agenda, se han agregado nuevas tareas, tengo más cosas por hacer, he avanzado muchísimo, sigo atrasada con los pendientes, porque el tiempo que se va ya no regresa, y sé, que se agregaran más cosas, pero no voy a esperar al Lunes para empezar, si el tiempo lo tengo ahora.